sábado, 26 de septiembre de 2020

Lo que hemos aprendido de la pandemia

 Aprendamos o no -que tiene pinta de que poca cosa, de que la nueva normalidad se va a parecer bastante a la vieja- hay algunos asuntos que esta pandemia ha puesto en evidencia y eso es innegable. A saber:

1. Que teletrabajar no era tan imposible como las empresas nos querían hacer creer.
2. Que la desaceleración y la conciliación tampoco eran tan imposibles como las empresas nos querían hacer creer.
3. Que no llevar sujetador es la auténtica salud, el bienestar, la alegría.
4. Que ir en plan comando también lo es.
5. Que la España llena nunca tuvo mucho sentido (y nunca va a salir de la fase 0): los últimos serán los primeros.
6. Que llenar la agenda de cosas -charlas, cine, clases, cañas, afters- no es lo que determina que una vida merezca la pena ser vivida. Que hacer un poco menos nos lleva a veces a ser un poco más.
7. Que la aldea global tiene exigencias globales pero no respuestas globales. Y que lo del liberalismo en todas sus formas, desde su vertiente económica hasta la libre circulación de personas, no tiene mucho sentido en una emergencia sanitaria mundial.
8. Que, para algunos, las drogas son un producto de primera necesidad y la de los camellos una profesión esencial.
9. Que los tontos no descansan nunca, tampoco en cuarentena.
10. Que pagábamos los 50 pavos del gimnasio para sentirnos mejor porque no íbamos jamás. Y que nunca fue necesario, máxime no yendo jamás.
11. Que los políticos, en general, no están a la altura del dolor que dicen representar.
12. Que las clases, además de existir, importan. Y que de la cuarentena hemos sacado algo de provecho los que hemos podido.
13. Que podíamos vivir sin viajar compulsivamente, que no pasaba nada.
14. Que no hacía falta viajar para conocer ni para conocerse.
15. Que hay que elegir bien con quién vive uno por si acaso llega una pandemia mundial.
16. Que los trabajadores esenciales no son ni de lejos los mejor pagados y eso es, como poco, para planteárselo.
17. Como consecuencia de lo anterior, que los grandes publicistas y los consejeros y los periodistas culturales servimos de más bien poco en una emergencia pero no así las fábricas y los obreros industriales. Y no tenemos ni fábricas ni obreros industriales.
18. Que hemos vuelto a las provincias como unidad de medida. Y que la Unión Europea ya tal.
19. Que al final las cosas que importan son muy pocas y que podíamos prescindir de muchas más de las que pensábamos.
20. Que llevábamos toda la vida comprando masas de pizza y pizzas precongeladas cuando se tarda tres putos minutos en hacerlas.
21. La importancia de un mortero, una caja de los hilos o bombillas de repuesto.
22. Que autoexplotarse en nombre de la autorrealización es agotador hasta durante un largo confinamiento. Y que hay cosas que uno no hace no porque no tenga tiempo sino porque no tiene ganas.
23. Que el "es el mercado, amigo" puede volverse en tu contra. Y si no que se lo pregunten a los dueños de pisos turísticos.
24. Que hay cosas inmutables, por mucho que el afuera lo sea. Y seres detestables que, irremediablemente, nos caen simpáticos, como Mariano Rajoy.
25. Que nos tocamos mucho la cara y que sobeteamos mucho las cosas en el super.
26. Que comprar comida (y cocinarla) puede ser algo más que un trámite.
27. Que vivimos en una sociedad.
28. Que el futuro ya estaba aquí: muchos jajas con Years and Years y con Black Mirror hasta que llegó un coronavirus.
29. Que los servicios públicos y la capacidad de reacción y gestión de un Estado importan.
30. Que a los campos de reeducación de la nueva normalidad deberíamos condenar los primeros a los vecinos que se creen DJ.
31. Que caer en la tentación de creerse un animador sociocultural en Instagram es demasiado fácil cuando aprieta el aburrimiento.
32. Que quien tiene un perro durante una pandemia mundial tiene un tesoro. No así un niño.
33. Que los niños importan más bien poco. Total, hay menos que perros.
34. Que muchos llevábamos dentro un policía y lo desconocíamos.
35. Que muchos llevábamos dentro un asceta y lo desconocíamos.
36. Que muchos no éramos ni bebedores ni fumadores sociales y también lo desconocíamos.
37. Que muchos éramos epidemiólogos y virólogos y lo desconocíamos.
38. Que en el mundo no hay negacionistas de la verdad oficial y gente normal, sino negacionistas de la verdad oficial y afirmacionistas de esta. Y los primeros no son más fanáticos que los segundos.
39. Que el fin último de Tinder nunca fue quedar sino alimentar el ego de uno.
40. Que las madres siempre llevan razón, también en lo de que las llamábamos poco.
41. Que la vieja normalidad, normal normal, tampoco era.
42. Que ni con 30 000 fallecidos queremos pensar en la muerte.
43. Que irnos a vivir lejos de nuestras familias no era tan buena idea.
44. Que cuando pasan cosas reales es cuando uno siente que vive en una película, en una ficción.
45. Que el fascismo y el antifascismo ya no son lo que eran: el coronavirus nos ha traído a Jorge Javier como líder bolchevique y a una señora en bolas en una videollamada como piedra angular del movimiento en España.
46. Que si el mundo se acabara nos pillaría debatiendo sobre mierdas.
47. Que basta añadir a todo un "los expertos dicen" para salir airoso de cualquier debate.
48. Que tienes más libros que vida para leerlos. Que ni aunque encadenases 200 cuarentenas podrías llegar a todos. Y que no pasa nada.
49. Que muchas risas cuando al principio de la declaración del estado de alarma las peluquerías fueron consideradas esenciales y se les permitía abrir pero al mes y medio, ¿qué?
50. Que tocar en general y abrazar en particular está muy bien. Y que es una putada no poder hacerlo.

Fuente: Sir Connor

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